Yemas intactas si es posible
Hay algo a tener en cuenta: las yemas enteras, o intactas, se conservan mucho mejor que si están pinchadas o líquidas.
Esto se debe a que la fina película que las forma, la membrana, también las protege del exterior y evita que se sequen.
Así que, en la medida de lo posible, consérvelos intactos, aunque en su próxima receta tenga que partirlos para incorporarlos. Lo mejor es hacerlo en el último momento.
El enemigo de las yemas: la sequedad
La forma más sencilla y natural de enfriar las yemas es ponerlas en un ramekin (u otro recipiente pequeño) y meterlo en la nevera.
Pero aquí hay dos pequeños errores: las yemas tienen miedo a la sequedad, y como la membrana es muy frágil y muy fina, se secará muy rápidamente y luego se pegará, sobre todo si se deja al aire libre, y más aún si se conserva en el frío, que tiende a resecarlo todo.
Yemas bien conservadas
Entonces, ¿cómo conservar las yemas en buen estado?
Basta con hacer 2 cosas:
1) Poner 1 cucharadita de aceite neutro o incluso agua en el fondo del recipiente antes de las yemas y, a continuación, verter las yemas.
Esto evitará que se sequen al contacto con el recipiente y se peguen al fondo.
2)
Envuelva a toda costa el recipiente con las yemas, o utilice un recipiente con tapa, para aislarlas al máximo del aire.
Tampoco te preocupes demasiado, si tienes una o varias yemas pinchadas, no es gran cosa, sólo un poco menos fácil de manejar, ya que las yemas líquidas son muy espesas y pegajosas, y te costará un poco vaciar el recipiente por completo sin pérdidas (una
manga pastelera será casi imprescindible).
En resumen: Procure conservar las yemas intactas, en un recipiente hermético o filmado, sobre una cucharadita de aceite o agua para evitar que se peguen.