Al día siguiente: Ponga 1 hoja de gelatina en un plato hondo con agua fría para ablandarla.
Mientras tanto, ponga la crema inglesa en una olla para calentarla a fuego lento. Tan pronto como esté un poco caliente (sobre todo que no hierva), retírela del fuego.
Seque la hoja de gelatina presionándola en una mano y luego limpiándola con un paño y dilúyala en la crema caliente revolviendo continuamente.