Tome trozos de salmón bastante gruesos (aproximadamente 2 cm o 1 pulgada), con la piel y si es posible de grosor regular. La mejor pieza para ésto es el dorso del salmón.
Lave y seque.
Ponga una sartén antiadherente a fuego medio y cuando esté caliente, coloque los trozos de salmón, el lado de la piel hacia abajo, sin grasa.